CHINCHES Y SALUD PÚBLICA
CHINCHES Y SALUD PÚBLICA; CHINCHES DEL HOMBRE Y SALUD PÚBLICA.
CHINCHES DE ANIMALES Y SALUD PÚBLICA.
CHINCHES TRIATOMINAS
Es criterio general (salud pública) que el umbral de tolerancia de chinches (Cimex spp) en viviendas – locales destinados a uso humano debe ser cero. Según esto, deben tomarse todas las medidas encaminadas a:
i. La prevención de la infestación.
ii. De producirse ésta, la detección precoz de la misma.
iii. La ejecución de tratamientos eficaces e inocuos (seguridad química).
iv. La gestión adecuada de los residuos (riesgo químico y/o bioseguridad).
Cimex lectularius (Hemiptera: Cimicidae) es un parásito hematófago obligado en todas sus fases de desarrollo (salvo huevo) y que presenta un limitado rango de hospedadores (presenta una relativamente alta especificidad de hospedador). Esta circunstancia condiciona necesariamente los peligros y riesgos para la salud derivados de chinches. En un abordaje integral del problema, las infestaciones por chinches tendrían implicaciones en el contexto de:
i. Capacidad vectorial de transmisión de patógenos hombre-hombre (chinches humanas).
ii. Capacidad vectorial de transmisión de patógenos animal (murciélago, ave,…) – hombre.
iii. Riesgo de sensibilización y alergia.
iv. Anemia (casos extremos de picaduras en número importante y continuado en el tiempo).
v. Problemas cutáneos (reacciones cutáneas e infecciones sobrevenidas asociadas a autorrascado).
vi. Trastornos psicológicos asociados a la infestación; estigma social y calidad de vida.
vii. Riesgo químico asociado a la exposición a biocidas (insecticidas) utilizados por él mismo (doméstico) y/o por empresas de control de plagas. Se trata de una cuestión muy relevante; los tratamientos de infestaciones requieren el uso en mayor/menor nivel de insecticidas “convencionales”; estos productos son potencialmente tóxicos para el hombre por lo que su exposición debe siempre ser evitada/controlada. Este riesgo sería mayor en el caso de niños, ancianos, personas sin hogar (vgr. usuarios de albergues sociales) personas inmuno-deprimidas, etc…
CHINCHES HUMANOS Y SALUD PÚBLICA
Todas las fases de las chinches pican (ninfas + adultos) y -a diferencia de otros insectos hematófagos lo hacen repetidamente siempre y cuando dispongan de una fuente adecuada de alimentación (hombre).
El daño o disconfort inmediato causado por la picadura supone el menor de los problemas, en la medida que la picadura rara vez causa dolor y suele pasar desapercibida en un primer momento. No obstante es posible la aparición posterior de problemas cutáneos menores, (sensibilización cutánea, infección por autorrascado, etc…). También son posibles importantes perjuicios psicológicos (stress) así como trastornos en el sueño. Por motivos no muy claros (¿olores corporales? ¿CO2?) no todas las personas que duermen en un mismo lugar (incluso en la misma cama) resultan picadas con la misma intensidad ni experimentan los mismos tipos de reacciones cutáneas. El comportamiento excretor-defecatorio de estos insectos supondría riesgos adicionales de contaminación local cutánea.
El verdadero problema es la incertidumbre acerca del rol vectorial de estos insectos. Bien que, hasta la fecha, nunca haya sido demostrada la transmisión mecánica/biológica de patógenos en situaciones reales, la bibliografía cita hasta un total de 28 patógenos teórica y potencialmente implicados. Preocupa al respecto especialmente los casos de Hepatitis C, Hepatitis B y del Virus de la Inmunodeficiencia Humana VIH, así como riesgos potenciales relativos a transmisión de Fiebre Q, Tularemia, e incluso “Enfermedad de Chagas”. Ciertos estudios han detectados trazas de DNA del virus Hepatitis B en las excretas de chinches humanos, por lo que la hipótesis de transmisión por contaminación fecal de las picaduras nunca ha sido totalmente descartada.
Con un carácter quizás menos preocupante, cabe citar ciertos estudios realizados con chinches de golondrinas que pudieran estar implicados en transmisión de dos virus del complejo WEE (Encefalitis Equina del Oeste): Se trataría de dos cepas distintas del virus Fort Morgan (FMV)-Buggy Creek Virus. En estos estudios han sido implicados asimismo gorriones (Passer domesticus) que actuarían como hospedadores amplificadores. Este tipo de chinches de aves (ídem a murciélagos), sólo pican a los seres humanos cuando carecen de su hospedador natural. Por tanto, los riesgos podrían ser controlados en la medida que se limite toda forma de exposición – contacto entre esos animales (sus nidos) y el hombre.
Como corolario, cabe concluir que el peligro vectorial de las chinches probablemente sea actualmente muy limitado pero que el principio de precaución obliga a ser cauto al respecto. Asimismo, parece claro que ese riesgo puede (debe) minimizarse aún más evitando las nidaciones de animales salvajes urbanos (palomas, otras aves, murciélagos) en edificaciones-viviendas.
Respecto a la cuestión psicológica (stress, sensación de vergüenza-estigma), resulta muy importante en todos los casos, pero máxima en el caso de la industria hotelera. El dormitorio es un lugar muy íntimo, un refugio de seguridad y de relax; se trata de un entorno donde la sensación de vulnerabilidad es elevada (se duerme en ella ¡!), sensación que es mayor si cabe en el caso de un entorno ajeno, no familiar (hotel). Por tanto, cabe esperar que un cliente afectado vaya a experimentar reacciones importantes de rechazo e indignación y que la posibilidad de reclamación legal formal no sea improbable. Esta cuestión pone en evidencia la importancia de prever y gestionar estos casos de manera sensible, eficiente y proactiva.
CHINCHES DE ANIMALES Y SALUD PÚBLICA
Bien que infrecuente, en medio urbano (podría serlo más en medio rural), resulta preciso considerar que ciertas especies animales (especialmente aves y murciélagos) son regularmente parasitados por chinches.
Las chinches muestran una marcada especificidad de hospedador. No obstante y en ausencia de éste, pueden picar a hospedadores alternativos (ejm.: seres humanos).
Desde un punto de vista etiológico/diagnóstico, resulta preciso considerar:
El problema suele estar relacionado con animales de fauna salvaje que anida o se refugia de modo más o menos permanente en interiores (golondrinas, vencejos, palomas, murciélagos, etc).
Los incidentes podrían estar desencadenados por la desaparición más o menos repentina de esos animales. Las chinches son parásitos hematófagos de “vida libre”; a diferencia de otros ( piojos), no viven sobre el animal sino en el ambiente inmediato (nidícolas). En este contexto, la desaparición súbita del huésped (migraciones animales= golondrinas, murciélagos,…) y/o la acción del hombre al retirar físicamente los animales (operaciones de control de plagas de aves en edificios), podría involuntariamente desencadenar incidencias de picaduras a un hospedador (hombre) no habitual.
CHINCHES Y PICADURAS
Las chinches son hematófagos obligados. Para tomar la sangre, buscan un capilar cutáneo accesible y, perforando la piel, introduce sus piezas bucales para succionar la sangre. Bien que la picadura en sí misma sea a menudo no detectada (inyectan sustancias de acción anestésica local), la saliva de estos insectos contiene diversas sustancias de acción anticoagulante y enzimática que pueden causar una sensibilización progresiva e, incluso, reacción alérgica en el caso de picaduras repetidas en el tiempo.
Dependiendo de la frecuencia y número de picaduras, se han descrito varias fases:
i. Fase de no reacción.
ii. Fase de reacción retardada.
iii. Fase de reacción inmediata + retardada.
iv. Fase de reacción inmediata sola.
v. Fase de anergia-no reacción
Los típicos síntomas en una persona sensibilizada a las picaduras de chinches corresponden con los inespecíficos de una urticaria papular (pápulas crónicas y recurrentes), apareciendo pequeñas pápulas enrojecidas en cada punto de picada que resultan bastante pruriginosas y molestas durante algunos días posteriores. No obstante, son posibles otras formas clínicas dermatológicas. Dependiendo del tipo y fortaleza de la respuesta inmunitaria, las picaduras pueden presentar un notable polimorfismo, entre otras formas:
Habones pruriginosos (similares a picaduras de mosquitos).
Pápulas.
Vesículas agrupadas con un halo periférico de eritema (enrojecimiento) e inflamación.
Lesiones parecidas al eritema multiforme.
Episodios anafilácticos, asma u otras respuestas de tipo sistémico.
Las reacciones inmediatas pueden aparecer en un rango de 1-24 horas tras la picadura. Las reacciones retardadas suelen parecer 1-3 días después. Esta circunstancia complica el diagnóstico al dificultar la asociación causa-efecto y al complicar la determinación precisa del lugar del incidente (caso de personas que hayan viajado y utilizado varios hoteles). Las personas frecuentemente picadas suelen desarrollar el denominado “síndrome de sensibilización” que incluye trastornos psicológicos asociados (intranquilidad, nerviosismo, falta de sueño, etc); estos trastornos pueden tardar en desaparecer varios días, incluso después de realizar tratamientos eficaces.
Respecto a las chinches de cama existe una “leyenda urbana” según la cual hay personas que nunca son picadas. Probablemente no es cierto, cualquier persona puede ser picada, bien que un porcentaje importante (¿una de cada diez?) no desarrolle sintomatología clínica. El problema es que, con el tiempo, las personas expuestas acabarían sensibilizándose de manera que 6 de cada 10 personas crónicamente expuestas desarrollarían algún tipo de lesión cutánea.
Asimismo, hay autores que han llegado a establecer una curiosa correlación entre la severidad de las lesiones y el nivel de contaminación ambiental ¡!. En las áreas con mayor grado de polución existirían mayor frecuencia de reacciones (¿entrada de irritantes vía cutánea?, ¿trastornos inmunológicos asociados a contaminantes medioambientales?…).
En líneas generales, las picaduras deberían ser objeto de consulta médica (médico de familia – especialista) al objeto de diagnóstico diferencial y confirmación. Generalmente:
Se trata de picaduras nocturnas, que ocurren en los dormitorios y/o sofás-cama; podrían existir singularidades excepcionales de picaduras diurnas ( cuarteles de bomberos, sanitarios, personas con turnos de trabajo nocturnos y otras circunstancias en las que se duerme rutinariamente durante el día).
Normalmente afectan a piernas-pies, brazos-manos y otras zonas descubiertas de la piel. Si el afectado no utiliza pijama, pueden afectar otras partes del cuerpo.
La lesión cutánea es individualizada (una por picadura). Resulta frecuente la presencia de patrones de distribución (grupos, líneas, etc). Estas “líneas” pueden deberse a que un mismo insecto se vea obligado a picar repetidamente hasta localizar el capilar y/o a que se trate de picaduras de insectos diferentes realizadas desde un refugio común lineal ( costura de un colchón).
A diferencia de las picaduras por pulgas, no existe la típica marca central enrojecida. La lesión asemeja en mayor medida a una pápula similar a la picadura de los mosquitos (diagnóstico diferencial ¡!).
Las picaduras pueden no ser detectadas (generalmente indoloras). En otras ocasiones sí son detectadas, en cuyo caso resulta probable que el propio afectado visualice los insectos y/o las manchas de sangre sobre la ropa de cama al despertarse.
Puede no afectar a todos los miembros del núcleo familiar, incluso utilizando el mismo dormitorio; por razones no muy claras, las chinches podrían tener preferencias de hospedador y/o causar diferentes tipos de reacciones cutáneas. Adicionalmente y por razones psicológicas, puede ser posible un “efecto de contagio” entre diferentes miembros del núcleo familiar.
CHINCHES Y ALERGIA
Hoy en día, las alergias y otros problemas afectando el sistema inmunitario constituyen una patología prevalente (especialmente en medio fuertemente urbanizado) que es objeto de preocupación y de estudio por las autoridades sanitarias. En este contexto, el rol de los animales incluido artrópodos (cucarachas, escarabajos derméstidos,…)- no debe ser menospreciado como importante fuente de alérgenos en el medio interior.
Adicionalmente, podría considerarse:
El efecto inmunotóxico y/o alergizante relacionado con la exposición a los biocidas utilizados para su control (principalmente piretroides).
El improbable pero posible riesgo de alergia en clientes hipersensibles a animales cuando se alojan en habitaciones en las que se han utilizado perros detectores de chinches.
CHINCHES Y ANEMIA
Bien que de menor relevancia médica, resulta necesario sin embargo señalar como estos insectos, en caso de infestaciones masivas y/o prolongadas en el tiempo, podrían dar lugar a cuadros de anemia asociados a la depleción crónica de sangre por picaduras.
CHINCHES Y CALIDAD DE VIDA
En Europa occidental y otros países desarrollados, las infestaciones tienen un marcado carácter de estigma social. Se trata de insectos que se asocian a la suciedad y a la pobreza. Por tanto, es de esperar que el ciudadano afectado por infestaciones en su vivienda experimente una profunda inquietud, desasosiego y vergüenza. En la práctica esto no es necesariamente cierto y muchas infestaciones ocurren en hogares bien mantenidos; no obstante, ello supone:
Ocultación, no comunicación de los casos (pérdida de información acerca de situación y evolución).
Inquietud, en el sentido que el ciudadano puede tener una idea de peligrosidad (transmisión enfermedades) más intensa de la real.
En una primera fase, el probable intento del ciudadano en solucionarlo por él mismo usando productos insecticidas de uso doméstico. Esta opción estaría abocada en un 99,9 % al fracaso y solo conduciría a retrasar la actuación de los expertos como Fumigadora Continente, a generar costes (compra de los biocidas) y especialmente a exposición propia familiar química a insecticidas.
El retraso en la intervención de expertos implicaría mayor dificultad de control, mayores costes operacionales, uso más intensivo/frecuente de insecticidas (riesgo químico, generación de residuos, etc…)